¿ESPIRITUALIDAD?, UNA PREGUNTA ETERNA

Nuestra fe común. La espiritualidad es un tema común a todas las religiones y a todos los seres humanos. Aunque inherentes a nuestra naturaleza humana, somos cuerpo y espíritu, siendo el espíritu nuestra parte no física, diferentes personas cuestionan la espiritualidad.

¿A qué llamamos comúnmente espiritualidad?

La espiritualidad es un viaje a nuestro interior donde experimentamos una conexión con algo más grande que nosotros, un poder superior para algunos, Dios en la fe abrahámica.

Es una experiencia personal y directa que nos permite expandir nuestro estado de conciencia y llegar a conocernos a nosotros mismos en profunda comunión con el Todopoderoso a través de la meditación, la contemplación y la oración. Todas las religiones enfatizan la espiritualidad como parte de la fe, pero ¿es posible ser espiritual sin pertenecer a una comunidad religiosa organizada?

La espiritualidad, un área de eterno debate y controversia.

-Los racionalistas ven la razón como la única fuente de conocimiento y rechazan cualquier autoridad sobrenatural. Durante el “Reason Rally” de 2012 en DC, los asistentes sostuvieron carteles que se podían leer: «Necesitamos deshacernos del estándar de Dios», o «Sólo las ovejas necesitan un pastor».

Según el Centro de Investigaciones Pew, una encuesta del 2019 muestra que el 10% de los estadounidenses comparten este enfoque; no creen en Dios ni en ningún poder superior.

Para el filósofo alemán Ludwig Feuerbach, reconocido ateo, Dios no es más que una creación basada en la imagen y aspiraciones humanas. Por tanto, al proyectar su esencia en una esfera sobrenatural, el hombre se empobrece a sí mismo.

Los evolucionistas, racionalistas y ateos consideran la espiritualidad y la religión un signo de debilidad e inmadurez.

 

¿ES LA ESPIRITUALIDAD UNA FORMA DE ENCONTRAR EL SIGNIFICADO DE NUESTRA VIDA?

¿Cómo afrontar los mayores desafíos de la vida?

Los años 2020 y 2021 han sido particularmente devastadores; tantas dificultades y sufrimientos alrededor de todo el mundo debido a la pandemia del Covid-19.

Numerosas personas han fallecido y con la variante Delta esto aún no ha terminado.

Además del COVID, muchas familias lloraron por la pérdida de un ser querido. Ocurrieron inmensas tragedias, como el colapso de las torres Champlain en Surfside, Florida. La muerte violenta y repentina de las víctimas deja a los familiares destrozados y desconcertados. Desafortunadamente, algunos feligreses de mi iglesia, St. Joseph Miami Beach, se encuentran entre las víctimas.

La tristeza está en todos lados. Perdí a mi amada hermana inesperadamente después de un trágico accidente de caida. Era la hermana más dulce, una madre y abuela devota.

Recientemente, han habido decenas de muertos y cientos de desaparecidos tras las masivas inundaciones en Alemania y Bélgica. Y la lista continua.

Cuando nos sentimos perdidos, sumergidos en nuestro dolor, nos hallamos en un callejón sin salida. ¿Cómo podemos recobrar nuestra fuerza y a nosotros mismos?

¿Deberíamos volvernos hacia el paraíso artificial, las drogas o el alcohol para así no enfrentarnos a nuestra dura realidad? ¿O a quién deberíamos dirigirnos?

La espiritualidad, una solución a los desafíos de la vida.

La evidencia manifiesta de la existencia de Dios es la maravilla de su creación. Somos parte de su creación; le pertenecemos. La vida humana es un ciclo desde el nacimiento hasta la muerte; tan pronto como uno nace, debe morir algún día.

Cuando sufrimos, somos libres de cuestionar la bondad del Todopoderoso: «¡cómo puede hacerme eso!» podemos enojarnos contra él. A veces, por la desesperación, incluso cuestionamos nuestra fe.

Alguien me escribió un día: «¿Dónde está tu Dios, fue capaz de desaparecer al Covid-19 y evitar que la gente muera?» No llegamos a ninguna parte con esa actitud. Dios no prometió una vida sin sufrimientos. Pero tener un enfoque espiritual sólido puede ayudarnos a encontrar sentido en las difíciles circunstancias de la vida.

Nos comunicamos con Dios con nuestro espíritu; podemos hablar con él en meditación y oración. Oiremos una pequeña voz dentro de nosotros, y debemos escuchar y tratar de obedecer. No podemos alcanzar la paz hasta que lleguemos al punto de abandono filial hacia el Todopoderoso.

Es una decisión difícil porque tendemos a pensar: «No permitiré que nadie gobierne mi vida». Ciertamente tenemos que hacer nuestra parte, no escatimar esfuerzos para lograr lo que es humanamente posible hasta que alcancemos nuestros límites.

Luego entregamos el control al Todopoderoso, y la luz comenzará a brillar desde nuestra oscuridad. Lloramos, pero nos levantamos de nuestro sufrimiento y lo llevamos a otro nivel.

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